Hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo inglés vivía una niña. Todos la llamaban Ada. Como a todos los niños, le encantaba jugar . Sin embargo, Ada no era como el resto de las niñas de su edad. No solía jugar con muñecas, y tampoco le hacía ninguna gracia correr detrás de sus amigos. Prefería deambular, contando toda emocionada cualquier cosa que se le ocurría. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Cuántas hojas hay en el árbol , el número de pasos que había dado desde su casa hasta el colegio, o cuántos caramelos caben en el tarro de cristal en casa de la tía Betty. Quería llevar la cuenta exacta de todo, y para asegurarse que no se le olvidaba nada, anotaba todos sus cálculos en su cuaderno. En resumen, contar era lo que más le gustaba. Un día, Ada se puso muy enferma . No podía caminar, porque la grave enfermedad le había quitado casi todas sus fuerzas. Se quedó guardando cama durante varios días, contemplando por la ventana las bandadas de cornejas qu...
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