Fiesta de los capibaras
En el corazón de los humedales de Costa Rica, donde los lirios de agua flotaban como pequeñas balsas moradas y el aire vibraba con el croar de las ranas, vivía una capibara llamada Coco. Coco era conocida por su espíritu alegre y su amor por las fiestas. Siempre encontraba una excusa para celebrar, ya fuera la llegada de la temporada de lluvias o el simple hecho de que el sol brillaba de una manera especialmente bonita.
Un día, Coco tuvo una idea brillante: ¡organizar una gran fiesta de capibaras! Quería reunir a todos sus amigos y familiares para disfrutar de una tarde llena de juegos, comida deliciosa y mucha diversión a orillas de la laguna Esmeralda.
Con entusiasmo, Coco comenzó a enviar invitaciones hechas con hojas de plátano mordisqueadas con cariño. Cada invitación llevaba un dibujo de un capibara sonriente con un sombrero de flores. La noticia de la fiesta se extendió rápidamente por todo el humedal, y todos los capibaras estaban emocionados.
El día de la fiesta amaneció radiante. Los capibaras comenzaron a llegar a la laguna Esmeralda, cada uno trayendo algo especial para compartir. Estaba la tía Cata, con su famosa ensalada de algas frescas; el primo Ramiro, con sus deliciosos tallos de bambú caramelizados; y la pequeña Lila, que había recolectado las flores más bonitas para decorar el lugar.
Coco había preparado una gran variedad de juegos acuáticos. Organizó carreras de natación alrededor de los nenúfares, competencias de quién podía hacer la burbuja más grande bajo el agua y un divertido juego de "atrapar la hoja flotante". Los capibaras chapoteaban y reían, disfrutando del agua fresca y la compañía de sus amigos.
Cuando el sol comenzó a descender, tiñendo el cielo de naranja y rosa, llegó el momento del banquete. Los capibaras se reunieron alrededor de una gran manta de hojas donde se exhibían todas las delicias que habían traído. Había hierbas jugosas, frutas dulces, raíces tiernas y, por supuesto, muchísimos tallos de bambú crujientes.
Después de la comida, mientras las luciérnagas comenzaban a iluminar la noche, los capibaras se acurrucaron juntos para escuchar las historias del viejo Sabino, el capibara más anciano y sabio del humedal. Sabino contaba cuentos de aventuras en el río, de encuentros con otros animales fascinantes y de la importancia de la amistad y la comunidad.
La fiesta continuó hasta que la luna llena se reflejó en la superficie de la laguna. Los capibaras, cansados pero felices, se despidieron prometiendo organizar otra fiesta pronto. Coco, mirando a sus amigos dispersarse en la noche iluminada por las luciérnagas, sintió una gran alegría en su corazón. Sabía que la mejor parte de cualquier celebración era compartirla con aquellos a quienes quería.
Y así, en el corazón de los humedales de Costa Rica, la fiesta de capibaras de Coco se convirtió en una hermosa tradición, un recordatorio de la alegría de la amistad y la celebración en comunidad.
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