La Brujita y su Primer Hechizo

 

La Brujita y su Primer Hechizo

Había una vez una pequeña brujita llamada Lili, que vivía en un bosque encantado con su mamá. Desde que tenía memoria, Lili soñaba con hacer un hechizo muy especial: quería convertir a los humanos en ranitas y conejitos. Pero había un problema… ¡era demasiado pequeña y no tenía una varita mágica!

Cada día, su mamá trabajaba en el bosque haciendo hechizos y pociones. Como no tenía tiempo para cuidar a Lili, usaba su magia para convertir a una rana en un señor amable que la cuidaba mientras ella estaba ocupada.

—Mami, ¿me compras una varita mágica? —le pedía Lili todos los días.
—Aún eres muy pequeña, Lili —respondía su mamá—. Cuando sea el momento, tendrás la tuya.

Pero Lili no quería esperar. ¡Ella quería hacer su hechizo ahora mismo!

Una noche, mientras se cepillaba los dientes, sintió que uno se le movía y… ¡plop! Se le cayó. Entonces, tuvo una gran idea: puso el diente debajo de su almohada y antes de dormir, hizo un deseo muy fuerte:

"Hada de los dientes, por favor, en vez de una moneda, ¡dame una varita mágica!"

A la mañana siguiente, Lili despertó emocionada y, al levantar su almohada, encontró… ¡una varita pequeñita y brillante!

—¡Funcionó! —gritó emocionada.

Saltó de la cama y, sin esperar un segundo más, salió corriendo al jardín. Agitó su varita con todas sus fuerzas y dijo:

—¡Ranitas y conejitos, aparezcan ya!

Pero en lugar de eso… ¡puf! Un montón de mariposas de colores salieron volando por todas partes.

—¡Oh, no! —dijo Lili—. Este no era mi hechizo…

Probó otra vez, pero en vez de ranitas y conejitos, su varita hizo crecer flores gigantes.

En ese momento, su mamá llegó y vio lo que estaba pasando.

—Veo que el Hada de los Dientes te ha dado una varita —dijo con una sonrisa—. Pero recuerda, la magia se aprende con el tiempo. No puedes hacer un hechizo grande sin practicar primero.

Lili suspiró, pero luego sonrió.

—Está bien, mamá. Aprenderé poco a poco. ¡Pero un día haré mi hechizo de ranitas y conejitos!

Desde entonces, Lili practicó todos los días con su varita, aprendiendo a hacer hechizos pequeños hasta que, un día, finalmente logró convertir a una hoja en una ranita.

—¡Lo logré! —gritó feliz—. ¡Voy por los conejitos ahora!

Y así, con paciencia y práctica, la pequeña brujita cumplió su sueño, convirtiéndose en una gran hechicera.

Fin.

Por Sailyn Mora 

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